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15 de abril de 2012. Militares norcoreanos aguardan el inicio del desfile bajo el palco de Kim Jong Un |
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Emitido en los telediarios de TVE en abril de 2012
ACTUALIZACIÓN DEL POST PUBLICADO EL 7-12-2012
Esta mañana, día 12 de diciembre, Corea del Norte ha colocado su primer satélite en órbita. Los países vecinos llevaban semanas en alerta ante el anuncio de Pyongyang de volver a lanzar un cohete con este propósito tras repetidos fracasos desde 1998. Según los primeros informes, el ensayo ha tenido éxito y las fases del cohete han caido respectivamente sobre el mar Amarillo y el mar de Filipinas tras sobrevolar la isla de Okinawa. Aunque Japón no ha derribado el artefacto, tal y como amenazó con hacer, Tokio y Seúl han convocado reuniones de urgencia.
El gobierno norcoreano defiende su derecho a realizar este tipo de pruebas alegando que sus fines son pacíficos, pero existe una tensión no resuelta desde el enfrentamiento de las dos Coreas -sin armisticio y en suspenso desde 1953- que no ha disminuido. Un escenario en el que el bando contrario de aquel conflicto sigue temeroso de una acción militar radical.
El pasado lunes Pyongyang anunció que retrasaría la fecha del acontecimiento hasta final de mes, pero esta mañana y por sorpresa el cohete Unha-3 ha despegado con éxito. Ha ocurrido exactamente igual que la última vez, en abril, un lanzamiento sin previo aviso. Pero en aquella ocasión, pudimos contarlo in situ. Viajamos a Corea del Norte y aunque no vimos ni rastro del cohete, fue una experiencia singular.
CRONOLOGÍA DE LANZAMIENTOS NORCOREANOS
POST DEL 7-12-2012
Abril de 2012
fue la última ocasión en que Corea del Norte anunció a bombo y platillo el lanzamiento de un cohete con fines pacíficos,
o al menos eso decía el titular de intenciones. Sin demasiadas dudas, los
gobiernos de los países circundantes entendieron un único mensaje: la capacidad
de poner en órbita un satélite significa que los norcoreanos poseen tecnología
balística sofisticada, tanto como para colocar una cabeza nuclear dentro de un
radio de acción que pondría en jaque a cualquier potencia que les hiciera
frente. Un aviso a navegantes. Para dar difusión al evento, el gobierno de Pyongyang concedió a un grupo de medios de comunicación extranjeros la rara oportunidad de entrar en el
país para dejar constancia. Entre los afortunados, pudimos contarnos representantes
de tres medios españoles, Tele 5, El Mundo y Televisión Española.
Estas
autorizaciones ocurren de vez en cuando, pero con una frecuencia tan escasa que
cada ocasión se convierte en una oportunidad singular de contemplar de cerca
esa puesta en escena, de acercarse a la muchedumbre de norcoreanos que aclaman
a su líder agitando ramos de flores, y mirarles a la cara, escrutar sus
miradas, su asombro, su alegría, su miedo, en la escasa profundidad de un
momento obligatoriamente fugaz. En Asia, lo epidérmico sucede a un ritmo muy
diferente de lo profundo -por eso los españoles tardaron en hacer buenos
negocios en China y Japón- pero las limitaciones de tiempo no dejan otra
alternativa.
Nada más aterrizar, nos confiscaron los teléfonos móviles y nos organizaron
en grupos por idiomas. Luego nos asignaron un guía que estuvo pastoreándonos
más que otra cosa, cuidando de que no nos desmandáramos del rebaño. Había
estudiado en Brasil y hablaba castellano con un exótico acento portugués.
Siempre nos preguntamos si el trópico y sus licencias habrían hecho mella en
él, pero salvo el acento cantarín, parecía muy sólido en sus convicciones.
Incluso vigilaba para que en nuestras traducciones constara correctamente el
título obligatorio para referirse a Kim Jong Un: "Gran Líder
Camarada". Finalmente, el objeto de nuestra visita, cubrir el lanzamiento
del cohete, se frustró. Una mañana nos encontramos con que el lanzamiento había
tenido lugar sin que nadie nos avisara. Luego supimos que fue un fracaso y que
el proyectil se precipitó al Mar Amarillo tras un corto vuelo en dirección sur.
La prueba fallida no pareció afectar a los adustos norcoreanos que
gobernaban la visita. En realidad, el cohete fue el cebo para atraer una
presencia mediática ante la que desplegaron un programa de festejos descomunal
que incluyó la inauguración de una gigantesca estátua del recientemente
fallecido líder Kim Jong Il, padre del actual líder Kim Jong Un, e hijo del
líder fundador Kim Il Sung.
El evento se celebró en Mansudae, la colina consagrada al culto de esta dinastía de
dirigentes comunistas -es un contrasentido, pero así es- y hasta el último
momento no tuvimos ni idea de qué se trataba. Superado el fiasco del
lanzamiento nos convocaron en el hall del hotel donde estábamos alojados. Sin
más información, nos pusieron en fila india y tras un examen exhaustivo que
incluyó hurgar en el maquillaje de las compañeras periodistas, apuntar las
cámaras hacia un extraño detector que al parecer identificaba radiaciones
agresivas, y desmantelar los equipos hasta la última pieza, nos pusimos en
marcha a bordo de autobuses.
Ya de camino,
circuló el rumor de que lo que íbamos a presenciar era una inauguración. El
vehículo se detuvo en lo que parecía un parque. Apresuradamente, salimos para ocupar
buenas posiciones cualquiera que fuera la cosa que nos mostraran. Cargados de
equipos, trípodes, cámaras, objetivos, muchos kilos de metal al hombro,
empezamos a correr hacia donde nos indicaban. Subimos una loma. Nos dan el
alto. Los policías discuten y luego uno de ellos nos obliga a dar marcha atrás.
Volvemos a correr. Una absurda competición contra nosotros mismos. Militares y
policías no escondían sus risas viéndonos resoplar. Colina abajo, colina
arriba. Cruzamos una plaza. Seguimos por un sendero y llegamos a una plataforma
de hormigón. Nada a la vista salvo grupos de norcoreanos ataviados con sus
trajes típicos. Funcionarios y militares
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Efigies cubiertas de Kim Jong Il y Kim Il Sung en su inauguración |
vestidos de gala se mueven en
apretadas filas como figurantes bajo el extraño skyline de Pyongyang del que
los pocos occidentales que viven en la capital nos dicen que es un decorado de edificios vacíos. Una
vez instalados nos vuelven a mover, lo cual supone desmontar cámaras, plegar
pesados trípodes y empacar accesorios. Tras otra carrera extenuante, llegamos a
la cima de la "colina monumento" y allí pudimos atisbar dos moles de
grandes dimensiones ocultas bajo una tela descomunal. Eran la estatua de Kim Jong Il junto a la efigie pareja de su padre, Kim Il Sung.
Los días
siguientes fuimos testigos de una gran puesta en escena cuya preparación debió
tomar más días que el diseño del propio cohete, motivo inicial de nuestra
visita. Asistimos a un desfile militar
en la Plaza Kim Il Sung de Pyongyang, y a un acto en un estadio de deportes
absolutamente repleto de soldados, cuyo sincronizado saludo convertía las
gradas en superficies vivas. El lugar también había sido bautizado con el nombre del fundador de la saga, cuyos retratos inundaban la ciudad.
También nos llevaron de paseo. Pudimos visitar el metro de Pyongyang, excavado a 120 metros de profundidad con el fin de darle uso como refugio antinuclear. El descenso por las escaleras mecánicas se hacía interminable.
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Escalera mecánicas del metro de Pyongyang. 120m de profundidad |
En los túneles
del metro, cuyas bóvedas decoradas me
recordaron mucho al metro de Moscú, pudimos entrevistar a algunos ciudadanos.
Estaban orgullosos de su país, y sobre todo de su líder, cuyo nombre
mencionaban reiteradamente. Los niños querían ser militares y luchar contra los
americanos, y los padres agradecían su suerte. El discurso era mecánico,
pronunciado con una sonrisa indudable, pero sus ojos huían fugazmente buscando
la aprobación del funcionario que escuchaba. En ese instante diminuto, se
hallaba escondido un miedo seco y negro. Los prejuicios me hacían combinar ese
eco amargo con algo levemente destartalado en sus ropas holgadas, la tez
demasiado curtida para una ciudad, las manos algo embastecidas, incluso las de
las mujeres. Mis prejuicios son las imágenes de nuestros antiguos emigrantes,
de la posguerra, de la pobreza vieja de nuestras tierras del sur. Es un miedo
que en nuestras sociedades se lee en los libros, casi un recurso poético de
canción protesta que no adorna mal cierta estética. Pero ese miedo, en las
pupilas de un ser humano real, impresiona mucho. Las personas libres pueden ser
pobres, y temer la muerte, incluso caer un desánimo irreversible. Pero eso no
es comparable al miedo monosílabo del que no ha conocido la esperanza. Esa
misma zozobra también estaba escondida en los rostros de los civiles que en los
desfiles agitaban ramos multicolores para aclamar al líder supremo. En Corea
del Norte, muchos individuos tristes construyen una multitud sonriente.
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Productos occidentales en una tienda de Pyongyang |
Pudimos curiosear en un supermercado repleto de productos
occidentales, a precios occidentales, y absolutamente vacío, salvo dos
clientas que aparecieron ataviadas con el traje típico coreano de gala como si
fuera su vestimenta diaria. A nuestras preguntas sobre la razón de aquel
establecimiento, el guía simplemente se encogía de hombros. Los caramelos
valían casi como el sueldo de un norcoreano de a pie.
Durante la parada militar pudimos oir en primicia la voz
de Kim Jong Un. Era la primera
vez que sucedía en público. Cuando oir la voz de un líder político es un
privilegio, una de dos, o es un sabio, o es el remedo de un faraón, con el
ridículo que eso supone. La infantería marcaba un paso de la oca extremo, en el
que los zapatos llegaban a la altura de las barbillas. La sincronía era
milimétrica. Miles de soldados latiendo al unísono. Cada paso era un trueno.
Cañones, carros de combate, misiles. Y la multitud sonriente de coreanos
tristes al fondo gritando la grandeza de su líder.
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Militares norcoreanos atienden al discurso de Kim Jong Un en el estadio con el nombre de su abuelo |
Obviamente,
éstas son opiniones e impresiones subjetivas; se apartan de la senda
periodística y del aporte de datos contrastados, salvo la experiencia propia.
Por eso las vierto en un blog. Aún así, se trata de percepciones muy limitadas,
siempre restringidas a una porción pequeña de un universo muy grande y complejo.
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Militares sentados en el estadio Kim Il Sung aguardan a desalojar el lugar tras el discurso de Kim Jong Un |
Las crónicas se
llenan de cifras e interpretaciones, y a medida que los lanzamientos se
suceden, con éxito o sin él, las palabras y las frases se vuelven igual de
cíclicas, porque no hay mucho más. Es difícil renovar el parque móvil de
términos con los que dar una perspectiva nueva. En nuestro trabajo lo
comprobamos de una forma muy sencilla: ¿No habéis caído en la cuenta de que en
las noticias sobre Corea del Norte que aparecen en televisión siempre hay
imágenes que se repiten? Esto ocurre hasta que la televisión norcoreana o las
agencias que tienen permiso para operar allí suministran una nueva remesa de
vídeos con los que ilustrar esas informaciones. Pero sucede con cuentagotas.
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Éste es el público que aparece en los actos multitudinarios en Pyongyang |
En el hotel todo
se compraba y se vendía. La presencia de extranjeros era motivo de un comercio
que acabará por desarrollarse. El sótano del hotel donde nos alojábamos en
Pyongyang albergaba un casino -¡un casino!- frecuentado mayormente por clientes
chinos. Los chinos comercian allí donde nadie va. Desde Canadá hasta Timor
Oriental, pasando por Birmania y por mi pueblo en Sevilla.
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Militares descansando antes del desfile |
Ante los ojos de
los telespectadores occidentales, los líderes norcoreanos pasan temporadas
detenidos en el tiempo, como una metáfora extraña de la misma parálisis a la
que someten a su pueblo. Sin embargo, Corea del Norte tampoco se libra de su
condición humana. Hace unos meses, Kim
Jong Un aparecía presenciando un show televisivo
protagonizado por chicas rockeras en minifalda y actores disfrazados de
personajes que recordaban a los del universo Disney. Iba acompañado de una
novia cantante y el acontecimiento se interpretó como un atisbo de apertura.
Si Psy, un
surcoreano, ha unido a la humanidad con su Gangnam Style, bien pudiera Mickey
Mouse hacer otro tanto incluyendo a Corea del Norte. También puede ocurrir que
el cohete que pretenden lanzar sea un éxito por fin, que los japoneses lo
derriben con un misil Patriot, y que estas latitudes se transformen en un
infierno.
Más fotos:
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgAVa9KjTXk9SZZexhvpDn09EZ1IEcLPG8Sld0zPldEuTHJl4hLUwtOYufEw349ZaxELRqaPl45g3F2uZ-5BYLaOweUZH7oVp0bmYe5YIPFteBey0nOqUxPLjJeAAtWZM_NDWf-hxADdDk/s1600/IMG_7793.JPG) |
Norcoreanos volviendo a sus hogares tras haber participado en el desfile como público aclamando a su líder |
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWo4bN5l1L0svBHb0T2XQeARiy7Y-eYHMFiI2Z1eXrSTTK0GKqd9X9xOmcBYYJdS7rV4Sksv2GV1hWplK2DV7yZK17DuitpqV4iqtuNyLxGtPmqRZvAj13OXifi_xiXayAnYMqZZ0Mjr4/s1600/IMG_7826.JPG) |
Norcoreanos con trajes tradicionales saludan a la comitiva de periodistas extranjeros |
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjP7qPjU71Jg-HQiLrOIDJrdsBmProymwscchC79d22NofJhdXLAxb2tqzAg6VsWPASR-_8c1vTgW0zg2rPEwVzDpKSmtZaHDkzILS7BCj1CKszfgwjS-mOwtmwaOali3IKmNx6d583ryY/s1600/IMG_7886.jpg) |
Fin de festejos. El personal de cocina del hotel presenciando los fuegos artificales. |
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgt7yZCKqv6FaPnCdKYHMNsUSZ_tPSVlQZz-BtPMFXDBIHheo3tDfuCT5oqUdK4hCls3Ecr_SDY5NIfAck15paSxCGXsvcpcGSRl1xVZVIncjeGUeoy5jAM_HwEnjjyC56c2C-99Uxx9zk/s1600/IMG_7790.JPG) |
Guardia de tráfico norcoreano |
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEimKYVnP_C2_jtxxcS7j78iHtjat9nT1paiskHFE2TqITvuE2Fkmq7aP_6dPNeYq0aFlUORxhDBh8cpurVxydSU6ckzwpNDx8zTpTSsY01oH6cU_zi0DiRLFnT5iqRbIgnv65Gv9m_fFOQ/s1600/IMG_7779.JPG) |
El público del desfile aguarda disciplinado la orden de romper filas. |
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjYFRJmDsGJnjSVZoyLM0uQHmdxvkOHjUaUO_XZtSPvrT5hK1AmpprZtBmD7ZgQNaFwOYriU60JRu0N9Zn8Q9KeQ8c2x75GIzlExOeHWihkKB7wbEW34uT11u1FXIKIpTo7QptMnkyVs_c/s1600/IMG_7776.JPG) |
Reportero norcoreano, filmando con una cámara de cine |
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjuWnLtzq8QKEennrJJH9DSbtq_8JGE6yOj718aCQF5T1aVrLc593qkmuX8uuyOFiyYquFHpGqLQGhu1fvmEgsn32A3cM35nmPsn4ykeY5we9Fbx8nYuM2J3-KZqjMs6hV_qgOAiFsc-lE/s1600/IMG_7766.JPG) |
Militares desfilando y portando un retrato de Kim Il Sung |
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